Cómo gestionar las emociones para hablar en público.

«Sin miedo sientes que la suerte está contigo. Jugando con los duendes, abrigándote el camino. Haciendo a cada paso lo mejor de lo vivido. Mejor vivir sin miedo.» Así comienza la canción «Sin miedo» de la cantante Rosana. ¿Os imagináis vivir sin miedo? No podríamos huir de las amenazas y en consecuencia no podríamos sobrevivir. El miedo es una emoción necesaria para vivir pero a veces se activa cuando no lo necesitamos. Saber gestionar nuestras emociones es clave para aprender a hablar en público, pero ¿cómo podemos gestionar nuestras emociones?

emociones para hablar en público
Primero: Identifica en qué emoción estás.

Uno de de los grandes problemas que tenemos es que no somos conscientes de las diferentes emociones que podemos vivir a lo largo de un día, en una hora, incluso en un minuto. Ponerles un nombre a veces es difícil porque no nos han enseñado a detectarlas y porque no tenemos vocabulario específico para ello. ¿Cómo podemos identificarlas? muy fácil identificando la acción de nuestro cuerpo. Si evitamos o huimos es que tenemos miedo, si atacamos es que estamos rabiosos, si desconectamos es que estamos asombrados, si controlamos es que estamos seguros, si investigamos es que estamos curiosos y si queremos permanecer es que estamos alegres.

Segundo: Vincúlate a la curiosidad.

Si detectas que estás sintiendo miedo minutos antes de hablar en público, pregúntate: ¿Mi vida está corriendo peligro? ¿Estoy viendo a mi público como una amenaza? ¿Los nervios que siento son buenos para mí? Es evidente que cuando hablamos en público nuestra vida no corre peligro pero mi cerebro activa el miedo porque yo siento que el estímulo que tengo delante es una amenaza en vez de un reto. Si soy capaz de cambiar el foco y verlo como un reto, los nervios que sentimos serán buenos porque nos van a ayudar a pasar a la acción y a vincularnos a emociones más agradables como la seguridad.

Tercero: Siente la seguridad.

¡Me siento seguro! Para sentirse seguro, a veces, tenemos que engañar a nuestro cerebro. Lo podemos engañar con música, con palabras, con imágenes, incluso con nuestro cuerpo. Un truco que funciona siempre sí o sí es la postura de superman o superwoman. Cuando expandimos nuestro cuerpo nos empoderamos y dejamos sitio a nuestros miedos.

«Cuando hablas en público sin miedo sientes que la suerte está contigo. Jugando con superman, empoderándote en el camino. Haciendo a cada paso lo mejor de lo vivido. Mejor hablar sin miedo».

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